Los poetas solo mueren cuando dejan de escribir, esa era la conclusión a la que Miguel había llegado tras meses de investigación en su peculiar tesis. La historia de la literatura -según él- así lo demostraba.
Muchos de sus compañeros se burlaron de su teoría exponiendole argumentos tan contundentes como que Lorca murió fusilado, pero el siempre respondía alegando:
-Y puedes estar seguro de que no encontrarás ningun escrito posterior a esa fecha.
Llegado el dia de la defensa de su tesis Miguel expuso con claridad impecable todas y cada una de las pruebas irrefutables en las que se basaban las conclusiones de su investigacion. Tras terminar su presentación tan solo uno de los miembros del jurado fué capaz de salir de su estado de horrorizada incredulidad, e intentando mantener la formalidad formuló su pregunta:
-Veamos... si usted afirma que es el hecho de dejar de escribir lo que conduce al fallecimiento, ¿que ocurre con aquellos que habiendo dejado de escribir aún continuan vivos?
-Muy facil -contestó Miguel- pierden su creatividad y se convierten en críticos, profesores o jurados de tesis.
Por supuesto, la tesis de Miguel fue rechazada de pleno, aunque eso no fue algo que pudiese sorprenderlo. Ellos no sabían del valor de la escritura, ¿Cómo iban a saberlo, si ya se habían olvidado del dolor que te invade el pecho cada vez que abandonas la pluma por un tiempo?. Matar la creatividad era para el matar al autor, pero eso era algo que pocos entenderían.
