-Ha sido muy feliz, el tiempo que hemos pasado juntos-. Esas fueron las últimas palabras que pude escuchar, a continuación su voz parecía sonar cada vez mas distante mientras la vista se me nublaba, y, poco a poco me comenzaba a desmayar.
Quizá la noticia de que ya no me
quería me había destrozado, o quizá todo se debiese a que me había
golpeado en la cabeza con la culata de una mágnum, nunca comprendí
el comportamiento de las mujeres.
Debería haber entendido mejor sus
señales: ella durmiendo con el jardinero, aquella vez que confundió
el azúcar con cianuro en mi café, su insistencia en que debía
comprarme un ataúd... Estoy seguro de que intentaba salvar nuestra
relación, pero está claro, nunca entenderé a las mujeres.